IV Edición: Recursos energéticos & mineros

Ayudo a personas que quieren expresarse a través del chocolate

Ha trabajado en San Sebastián con Martin Berasategui. En Ciudad de México trabajó con Lauren Troublé de Chocolate Laurent. En Madrid ha asesorado a pastelerías y ha sido chef pastelera de dos restaurantes de alta cocina: 57 Ronin y SQD Meat Point.

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Elizabeth Vázquez Rodríguez, una mexicana radicada en Madrid desde el 2014, por dos años consecutivos ha hecho la escultura de chocolate para el bodegón de Pascua del hotel Westin Palace de Madrid. Esta chef repostera especializada en cacao y chocolate, que cuenta con su marca de chocolate de autor: Elizabeth Vázquez Chocolatier, ha destacado en el viejo continente trabajando con cacao mexicano y productos siempre con sabores e inspiración mexicanos.

“Ayudo a personas que quieren expresarse a través del chocolate. Comparto con ellos todo el aprendizaje de mis más de 10 años de experiencia en el sector.  Aprenden a trabajar con el chocolate mediante cursos personalizados, donde trabajamos uno a uno y también ayudo a empresas con asesorías para mejorar sus procesos de producción y desarrollo de líneas de productos”, nos cuenta Vázquez, que también es Licenciada en gastronomía en el Instituto Culinario de Veracruz.

Becada por la Fundación Turquois para desarrollar una estancia profesional en el Hotel de París en Mónaco. Ha trabajado en San Sebastián con Martin Berasategui. En Ciudad de México trabajó con Lauren Troublé de Chocolate Laurent. En Madrid ha asesorado a pastelerías y ha sido chef pastelera de dos restaurantes de alta cocina: 57 Ronin y SQD Meat Point.

“Cuando decidí que quería especializarme en repostería, busqué una beca para hacer una estancia profesional en el extranjero. Esa beca la gané en la Fundación Turquois, y me aceptaron en el Hotel de París en Mónaco. La primera semana decidí empezar en la chocolatería, y ahí empezó mi amor por el cacao. Recuerdo muy bien cuando me preguntaban por el cacao en México y me di cuenta de lo poco que sabía. Empezó mi curiosidad y el 80% de mi estancia fue dentro de la chocolatería. Tuve un mentor que me contagió su amor por el trabajo artesanal del chocolate. Cuando volví a México en el 2011 seguí trabajando con el chocolate hasta el día de hoy”, se remonta a sus comienzos esta mexicana oriunda del estado de Guerrero.

Cuando recuerda su llegada a España, dice que su objetivo era seguir trabajando en producción de pastelería y chocolatería y en ese momento en Madrid no encontró ninguna opción que le interesara, por lo que decidió emprender por su cuenta.

“Empecé como chef repostera y a la par hacía algunas cosas con chocolate para eventos. Empezaba a pensar en el desarrollo de mi marca, pero lo tuve más claro en el momento en que pensé en ser madre y decidí diseñar mi vida profesional de manera que fuera conciliable con mi vida personal. Fui haciendo networking, yendo a eventos, entrando en el mundo dulce donde nadie me conocía. Dejando a un lado la vergüenza y sacando mi lado mexicano de decirme que tenía que hacer lo que quería. Y me topé con que hay mucho amor para México en España y decidí que México fuera parte importante de mi marca”, enfatiza con orgullo.

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Su posicionamiento como chocolatier en la península ibérica no ha sido una labor solitaria, agradece el apoyo que ha recibido de otras personas también amantes del mundo chocolatero.

“Gracias a mi querida Helen López conocí a Chema Pascacio y hoy trabajo con cacao de Finca La Rioja en Chiapas, México. Uno de los mejores 50 cacaos del mundo. Emprendí más como autoempleo y con la venta de productos. Hoy mi línea de productos es sólo una parte de mi marca personal. Me dedico más a la enseñanza y asesoría. Doy cursos de pastelería con Miele, ayudo a personas que quieran expresarse a través del chocolate con cursos personalizados y además asesoro a empresas para mejorar sus procesos de producción y desarrollo de nuevas líneas de productos. Y la conexión con México la tengo también en la Fundación Casa de México en España, donde desde el 2019 soy chef colaboradora”.

Con respecto a sus experiencias y enseñanzas como pastelera y chocolatier en una ciudad con tanta competencia cómo lo es Madrid, explica que lo primero que asimiló es que el emprendimiento es un camino, sigue siendo un camino, una transformación constante.

“Desde la idea inicial, hasta lo que vas descubriendo, lo que te gusta más, lo que te deja más beneficio económico, lo que te llena el corazón, lo que tu cliente pide. Aceptar un cambio constante donde nada está hecho y decidido ha sido lo más duro de asimilar. Porque al ser pastelera y chocolatera, te acostumbras a las medidas, las temperaturas, a tener control la mayoría del tiempo. Cosa difícil en el emprendimiento”, reflexiona Vázquez.

Recuerda mucho que al principio se sentía incomoda al decir que me dedicaba al chocolate, como si fuera demasiado pretencioso. “Creía que la gente pensaría que era un hobby y que no podría yo vivir de esto. Y mucho tiempo me creí todo esto que estaba en mi cabeza”.

Sin embargo, comprendió que lo que hace demanda mucho tiempo y dedicación y es un magnífico trabajo más que un hobby. “Competencia hay mucha en todos lados, yo tengo referentes de todas partes del mundo, profesionales que admiro, pero cada vez que me vienen las comparaciones, me repito que yo soy yo, con un talento diferente, con una historia de vida propia, con prioridades distintas, y así es más sano y fácil de sobrellevar la competencia o comparaciones”, concluye.