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Melvin Konner, neurocientífico: “Ha comenzado el final de la supremacía masculina”

Melvin Konner, doctor en Medicina, biólogo, antropólogo y neurocientífico, trabaja en la Universidad de Emory en Atlanta (Estados Unidos) tras haber sido alumno y profesor de Harvard. Nació hace 75 años en Nueva York y, en esta tardía etapa académica, ha decidido sobreponerse a críticas y amenazas para saltar a la piscina de la literatura científica con un provocador libro: Mujeres ante todo (Almuzara, 2021). Konner, colaborador en The New York Times, Newsweek y Wall Street Journal, vislumbra el final de la supremacía masculina, defiende la superioridad biológica de las mujeres y propone un imaginario escenario futuro (“biofantasía”, lo llama) en el que sería posible la reproducción femenina sin la participación del hombre.

La supremacía masculina es, según la investigadora de la Universidad de Sevilla Marta Cintas-Peña, que ha encontrado en el neolítico huellas del origen de la desigualdad, “un proceso social y cultural creado que ha consolidado un sistema injusto”. Leonardo García Sanjuán, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, señala que son los excedentes los que generaron patrimonios familiares y la herencia, que se convirtieron “en un asunto clave social y económicamente”: “Para que los hombres tengan la seguridad de que el legado va a pasar a sus propios hijos biológicos, empieza a darse una ideología de control de las mujeres”.

Para Konner, este proceso, que ha arruinado durante más de cinco milenios las ventajas de una sociedad igualitaria, menos violenta y más cooperativa y colaborativa, es además un sinsentido biológico del que la humanidad comienza a salir. El neurocientífico es padre de dos hijas y un hijo de su primera esposa, la antropóloga Marjorie Shostak, que falleció de cáncer en 1996. Tiene una hija más tras casarse con la psicóloga Ann Cale Kruger. La esperanza de que vivan en un mundo más justo ha motivado a este profesor, amante de la lengua y la literatura española, a bucear en la biología, la mitología, la historia, el comportamiento animal, la psicología, la sexología y la antropología para escribir el libro.

Me han acusado de sexismo inverso, de estigmatizar a un grupo de personas. Recibí correos de odio de hombres quese sienten amenazados por la pérdida del privilegio masculino”

Pregunta. ¿Son las mujeres biológicamente superiores a los hombres?

Respuesta. Quiero decir por adelantado que, si bien trato algunos aspectos de las personas no binarias, mi libro trata principalmente sobre hombres y mujeres. Entiendo que hay personas que son difíciles de clasificar, pero la mayoría se reconocen a sí mismas como mujeres u hombres. Me he metido en un charco por decir que las mujeres son superiores. Me han acusado de sexismo inverso, de estigmatizar a un grupo de personas, etcétera. Recibí correos de odio de hombres que obviamente se sienten amenazados por la pérdida del privilegio masculino que está sucediendo ante nuestros ojos. Me inspiré en uno de los trabajos de antropología más populares de la historia, La superioridad natural de las mujeres, de Ashley Montagu. Señaló que las mujeres viven más tiempo que los hombres, con una mortalidad más baja en todas las edades, pueden crear una nueva vida en sus cuerpos y, debido a que disponen de dos cromosomas X, tienen tasas mucho más bajas de problemas genéticos como la hemofilia, el daltonismo y el síndrome del cromosoma X frágil. Los hombres tenemos una X desprotegida que, a veces, lleva genes malos. Agrego a estos hechos biológicos fundamentales ciertos aspectos conductuales, algunos de los cuales también se basan en la biología, especialmente, que en todos los países y culturas los hombres cometen el 90% de la violencia y el 95% de las agresiones sexuales. Además, los hombres han reclamado una superioridad sobre las mujeres durante tantos siglos que pensé que era hora de cambiar las tornas y mostrar la evidencia del otro lado. ¡Vamos, chicos, tengan sentido del humor!

En todos los países y culturas, los hombres cometen el 90% de la violencia y el 95% de las agresiones sexuales”

P. ¿Por qué considera que la diferencia cromosómica es tan relevante como el impacto de la cultura y la educación?

R. No es solo la diferencia cromosómica: son las diferencias hormonales y cerebrales que resultan de ella. Pero me alegra que su pregunta incluya las palabras “tan relevante” en lugar de “más relevante”. A la luz de la ciencia moderna, tenemos que aceptar que la cultura y la educación son poderosas, pero la biología también. Hay enormes aspectos del comportamiento humano (inteligencia general, habilidad musical, genio en la escritura o la pintura y mucho más) donde no hay diferencias sexuales influenciadas biológicamente. Sin embargo, los hombres han predominado abrumadoramente a lo largo de la historia. Ahora sabemos que esto se debe a que los hombres no les dieron a las mujeres la oportunidad de sobresalir en todas estas cosas que podrían haber hecho muy bien o que impidieron su formación. Esto es cultura y educación. Y la humanidad está saliendo lentamente de este antiguo error. Sin embargo, hay algunos rasgos, especialmente la violencia y la explotación sexual, en los que encontramos diferencias tan grandes y consistentes, independientemente de la cultura, que debemos considerar la biología. Estos no son rasgos deseables, y tenemos cada vez más evidencia de que las diferencias hormonales y ciertas formas en que las hormonas afectan el cerebro en la vida temprana pueden ayudarnos a responder la pregunta que tantas mujeres se han hecho: “¿Qué pasa con los hombres!” Por supuesto, no todos somos violentos o explotadores sexuales. Pero hay suficientes para que todas las mujeres tengan que ser cautelosas. Tengo tres hijas y una nieta y no podría dejarlas en este mundo sin el conocimiento de estos hechos.

P. ¿Cuál es la relevancia de lo que usted llama síndrome de deficiencia del cromosoma X?

R. Esto es un poco una broma, y sin embargo... Les pido a mis alumnos que piensen, brevemente, en la masculinidad como una deficiencia cromosómica. Nuestro cromosoma Y se ve bastante insignificante junto al X, del que las mujeres tienen dos. Además están más protegidas frente a las enfermedades ligadas al cromosoma X. El gen Y nos priva de la capacidad de desarrollar nueva vida dentro de nuestros cuerpos; y al darnos andrógenos, también promueve los malos rasgos, de los que tenemos mucho más. A veces llevo la broma, que no es solo una broma, aún más lejos, y les pregunto a los estudiantes: ¿Es un hombre como un virus? Respuesta: ninguno de los dos puede hacer nueva vida sin tomar prestada la maquinaria reproductiva de otro organismo. Se puede decir que las mujeres no pueden reproducirse sin la pequeña pero importante donación hecha por los hombres. Pero tenemos que recordar que la vida comenzó sin reproducción sexual ¡y hay especies que consisten solo en hembras! Los hombres somos, más o menos, una ocurrencia evolutiva tardía para aumentar la variación en la vida, un objetivo digno.

¿Es un hombre como un virus? Ninguno de los dos puede hacer nueva vida sin tomar prestada la maquinaria reproductiva de otro organismo”

P. ¿Y no pueden las mujeres adoptar actitudes masculinas, como la violencia o la competencia no colaborativa a las que hace referencia?

R. Esto ha sucedido en algunos casos en el pasado, cuando las mujeres gobernantes, como Isabel I de Inglaterra o Catalina la Grande de Rusia, fueron empujadas a la cima de las pirámides masculinas de poder y solo podían sobrevivir y gobernar imitando a los hombres. Incluso en los tiempos modernos, algunas mujeres se han masculinizado por el poder. Pero a medida que las mujeres líderes se vuelven menos raras, creo que tienen la oportunidad de seguir sus propias inclinaciones. A los países liderados por mujeres en general les fue mejor en la pandemia que a los dirigidos por hombres y algunos de los países que lo hicieron peor, como Estados Unidos, Reino Unido o Brasil, no solo tenían líderes masculinos sino hipermasculinos. Por supuesto, estas no son diferencias en blanco y negro. Nada en biología o comportamiento es 100%. Pero a las mujeres líderes parece que les resulta más fácil sacar sus egos del camino. Los sociólogos han estudiado 120 alcaldes de ciudades estadounidenses, 65 mujeres y 55 hombres. Las mujeres gobernaron de manera más transparente e incluyeron más aportaciones de personas por debajo de ellas en la jerarquía.

P. ¿Podría nuestra evolución futura llevarnos solo a conexiones sexuales femeninas o es una “biofantasía”, como lo denomina?

R. Llamémoslo una fantasía biológica con alguna conexión con la realidad. Creo que, científicamente, mezclar los genes de dos mujeres será mucho más fácil de lograr que hacer un embrión de dos hombres y luego, de alguna manera, llevarlo a término de forma segura con soportes totalmente artificiales. Pero, afortunadamente para nosotros, hay muchas mujeres a las que les gustan los hombres por una razón u otra, así que creo que querrán mantenernos cerca. Todos tenemos mucho que ganar manteniendo a ambos sexos alrededor, sin mencionar a todas las personas que no encajan simplemente en las categorías masculinas y femeninas, porque la variedad hace que la vida sea interesante... Vive la différence! [”¡Viva la diferencia!”, expresado en francés durante la entrevista]. En cuanto a la biofantasía, tratemos de mantener nuestro sentido del humor.

P. ¿Estamos viviendo el fin de la supremacía masculina?

R. Estamos al comienzo del fin de la supremacía masculina, que podría llevar décadas, pero creo que estamos en el proceso. Mi nieta Hannah, llamada así por mi madre, tendrá una vida que será tan diferente de la vida de su tocaya, con muchas más posibilidades, que mi madre se asombraría y la observaría con orgullo. Mis abuelas no pudieron votar hasta que tuvieron 40 años, más o menos. Mi madre tuvo que imponerse para aprender a conducir. Cuando estaba en la universidad, alrededor del 5% de los graduados de las facultades de medicina, derecho y negocios eran mujeres. Ahora son alrededor del 50%. Hay un largo camino por recorrer, especialmente en los niveles superiores del liderazgo. Pero las tendencias son favorables en muchos países. Por supuesto, en algunos, esto es mucho menos cierto. En Afganistán, probablemente, veremos retroceder dos décadas de progreso para las mujeres. Pero las tendencias en muchos otros lugares (Taiwán, Corea del Sur, Europa occidental, Estados Unidos) son positivas.

Si imaginamos un mundo en el que las mujeres estén bastante representadas en posiciones altas, creo que será menos probable que un choque de egos conduzca a la violencia”

P. ¿Sería la vida mucho más segura con ese fin de la supremacía masculina?

R. Sin duda la vida será más segura para las mujeres. Tendrán más capacidad de hacer frente al abuso, tendrán más educación y oportunidades económicas para proteger su salud y seguridad, crearán coaliciones entre ellas que las harán menos vulnerables a ciertos tipos de hombres. Desde que salió la versión estadounidense de mi libro, hemos visto al movimiento #MeToo derribar a hombres poderosos en muchos ámbitos de la vida por acosar o agredir a las mujeres. Les pregunté a muchas que conocía si esto era un cambio cultural real o una moda pasajera. La mayoría piensa que marcará una diferencia a largo plazo. Hemos visto a Andrew Cuomo, exgobernador de Nueva York, tratar de eludir la gravedad de su maltrato y falta de respeto a las mujeres. Perdió al final y puede apostar a que la mujer que lo consiguió no estará abusando de los hombres. Además de mis tres hijas y mi nieta, también tengo un hijo y dos nietos. Quiero que tengan éxito, una buena vida. Pero creo que el mundo será un lugar más seguro para ellos si las mujeres ganan más influencia. Puede haber menos guerras. Esto no podría suceder bajo una sola reina Isabel o Catalina. Pero si imaginamos un mundo en el que las mujeres estén bastante representadas en posiciones altas, creo que será menos probable que un choque de egos conduzca a la violencia.

Los bonobos tienen coaliciones femeninas que prácticamente controlan sus comunidades. Estas se basan, en parte, en el sexo entre las hembras. Las coaliciones mantienen el control de la conflictividad masculina”

P. ¿Cuál será el papel de los hombres?

R. Socios. Colaboradores. A veces líderes, a veces seguidores. Aportarán ideas y soluciones que son diferentes de las que las mujeres pueden encontrar, no porque tengan mejores mentes, sino porque hombres y mujeres, por muchas razones, piensan de manera algo diferente. Mi fuerte perspectiva evolutiva me lleva a mencionar dos especies que están estrechamente relacionadas con nosotros: los chimpancés y los bonobos. Si no se siente cómodo con la evolución, tómelo como una parábola basada en la historia natural. Los machos de chimpancé son fuertemente dominantes sobre las hembras, tienen relaciones sexuales rápidas y superficiales y son muy violentos entre sí. Los bonobos, exactamente igual de relacionados con nosotros, tienen coaliciones femeninas que prácticamente controlan sus comunidades. Estas se basan, en parte, en el sexo entre las hembras. Las coaliciones mantienen el control sobre la conflictividad masculina. ¿Y los machos? Tienen una gran vida. Tienen mucho sexo lento y pausado con las hembras, a veces cara a cara. Tienen poco que temer de otros machos, porque el nivel de violencia es muy bajo. Hacen lo posible para llevarse bien. Tenemos ambas especies en nosotros, pero durante demasiado tiempo hemos expresado principalmente el lado de los chimpancés de nuestra naturaleza. Creo que podríamos avanzar hacia una bonobización de la especie humana, un mundo en el que todos estarían más seguros porque las clásicas “virtudes” masculinas del pasado, basadas en tener que enfrentarse a otros hombres, serían menos necesarias y tendrían menos sentido. Hubo un superventas llamado Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus. Mi respuesta a eso fue: los hombres son de Marte y las mujeres son de la Tierra. Las mujeres serán mejores protectoras de la Tierra, pero también creo que mejores guardianas de la humanidad. Y sí, sin desplazarnos ni dominarnos, pueden ayudarnos a crear colaboraciones de hombres y mujeres que incluso podrían, al final, protegernos a los hombres de los peores aspectos de nosotros mismos.

Fuente

El País