Es momento de apostar por la educación y la familia para transformar al mundo
Como seres humanos, se requiere de mucha consciencia para esto, por lo que Mendoza asegura que, enfocándose en estos dos aspectos, es posible sanar la infancia y así el mundo, por un ambiente más humano, respetuoso y alentador.
A partir de la búsqueda personal de herramientas para vivir mejor en familia, la educadora especialista en la primera infancia, Luizandra Mendoza, descubrió uno de sus propósitos de vida: acompañar a otros a transitar sus retos siendo familia.
Para ella, la educación siempre ha sido la respuesta y cuando habla de esto se refiere a la educación del ser. El ser lleva al interior, a la conexión y a la integración de todas las dimensiones de la propia existencia: mente, cuerpo, alma y emociones.
En entrevista para Factor de Éxito, Mendoza explica que la mayoría de las personas, suelen conectar el término educación sólo con ideas, contenidos y conceptos que entran a la mente, sin embargo la raíz de la palabra “educación” viene del latín exducere, que se refiere a sacar de adentro.
Es decir, que más que introducir información, la educación sugiere invitar al niño o a la persona a exteriorizar lo que hay dentro de sí, y dentro del ser humano hay recursos que pueden potenciar su vida y aportar a la comunidad.
Allí es cuando entra la familia como primera escuela para educar al niño a encontrarse con ese tesoro que lleva dentro y alentarlo a dar lo mejor de sí para esa transformación tan necesaria en el mundo. Como seres humanos, se requiere de mucha consciencia para esto, por lo que Mendoza asegura que si todos se detienen a dar prioridad a la familia y a la educación, es posible sanar la infancia y así el mundo, por un ambiente más humano, respetuoso y alentador.
Sus experiencias y estilo de comunicar sus aportes es lo que en verdad hace única cada propuesta.
“La aventura de hacer familia empezó con el hecho de vivirla junto a mi esposo, quien nació con pérdida auditiva profunda, pero además a su lado sobreviví al cáncer pediátrico de mi hija menor cuando apenas era una bebé, a la migración y al alzhéimer de mi suegro”.
Sin embargo, la adolescencia llegó a su maternidad para brindarle la oportunidad de integrar todos los desafíos vividos anteriormente porque le motivó a emprender el viaje más hermoso que hizo jamás: el de conocerse e ir dentro de sí misma.
“Alrededor de esta realidad gira mi contenido principal que es alentar a los padres a ver cada dificultad en la crianza y en la familia como un puente que puede conducir a la evolución. Cuando proyecto este mensaje me gusta hacerlo de manera cercana, sensible y empática porque eso me lleva a conectar con el dolor, la angustia y el miedo de otros, y así brindarles una mirada y una mano llena de esperanza”.
Actualmente, dicta el taller de Disciplina Positiva y acompañamientos en los que brinda un espacio seguro de escucha, contención y muchas preguntas poderosas. “Vivimos dinámicas que le permiten a los padres entender las emociones, pensamientos, conductas y decisiones que los hijos toman a partir de cada situación y, además, comparto herramientas que llevan a la persona a revisar cómo están sus relaciones interpersonales y a diseñar un propósito en la crianza basado en el desarrollo de habilidades para la vida en un ambiente de aliento, respeto mutuo, en el que logramos combinar la firmeza y la amabilidad, y en donde los errores son vividos como una oportunidad para aprender”.
En esa carrera por llegar a las personas de múltiples maneras y no quedarse atrás en los medios digitales, Luizandra entendió que para ser coherente con su contenido que habla de cercanía debe adaptar su estilo a las herramientas, por encima de las tendencias.
“Si hay algo que no se siente cómodo en mí, sin duda, no aportará a mi comunidad desde un espacio genuino, así que lo descarto. Vivimos en un mundo digital, pero hago uso de ella para dar prioridad a la conexión emocional, a la vulnerabilidad y la cercanía que prevalece más allá de las pantallas”.
Apuesta por la familia, porque a su juicio, ese es el mejor lugar para crecer. “La crianza nos da la oportunidad de voltear a vernos, escucharnos y crecer como personas, atender nuestras necesidades emocionales, cuidar la infancia, conocernos, sanar nuestras heridas y evolucionar, pero se siente difícil porque no creamos comunidad para transitarla juntos”.
Es autora del libro “De niña sumisa a Mujer Libre”, una propuesta que invita al lector a tener un espacio de reflexión profunda y conexión con su historia, a partir de sus líneas. Si bien es cierto que los recursos audiovisuales llegan de forma más expansiva, los libros son espacios de encuentro, explica.
“Lo audiovisual caduca a las horas porque ya viene algo detrás que lo aplasta y todo esto a una velocidad abrumadora. Un libro que aporta, que inspira y que sirve de aliento, como el mío, siempre será la excusa para apartar un momento de introspección personal”.