Emprender en la mediana edad: Un impulso necesario

En el paisaje del emprendimiento, se tiende a asociar la innovación y la audacia con la juventud. Sin embargo, estamos en una era donde el envejecimiento de la población es una realidad innegable, planteando desafíos significativos en diversos ámbitos. Chile, junto a Cuba y a Uruguay son los países de la región donde se está invirtiendo la pirámide poblacional con mayor rapidez. Este fenómeno trae consigo una serie de cuestiones socioeconómicas complejas, desde presiones sobre los sistemas de seguridad social hasta cambios en la dinámica familiar y de cuidado. 
 
En este contexto, surgen iniciativas como talleres dirigidos a personas mayores de 50 años que están contemplando la posibilidad de reinventarse, emprender y establecer nuevas conexiones, siendo importante resaltar el valor intrínseco de este tipo de programas y cómo contribuyen a abordar los desafíos que enfrentan las personas en esta etapa de la vida. 
 
La experiencia y el bagaje acumulado a lo largo de décadas de trabajo y estudio son activos valiosos que las personas +50 pueden capitalizar para emprender nuevos caminos. De hecho, según un estudio realizado por Kauffman Center for Entrepreneurial Growth las empresas fundadas por personas entre 50 y 64 años tienen un 12% más de probabilidades de seguir funcionando después de seis años que las fundadas por personas menores de 30 años, esto, gracias a su resiliencia, redes de contactos establecidas y, por supuesto, su experiencia. 
 
En este sentido, es esencial reconocer la importancia de entregar herramientas, tales como programas, charlas, capacitaciones, eventos, entre otros, con el objetivo de que cuenten con una red de apoyo para sus diferentes necesidades. A medida que aumenta la esperanza de vida y se proyecta un crecimiento en el porcentaje de personas mayores en la población, resulta crucial ofrecer oportunidades que les permitan mantenerse actualizadas, contribuir activamente a la sociedad y mejorar su bienestar financiero y calidad de vida. 
 
El envejecimiento de la población requiere una mirada integral que valore y promueva la participación activa de las personas +50 en la sociedad. La innovación y la audacia no deben estar limitadas por la edad, y es responsabilidad de todos crear un entorno inclusivo que fomente el emprendimiento y la reinversión en esta etapa de la vida.